El Ayuntamiento de Benalmádena vuelve a encabezar un ránking provincial de dudoso prestigio. Si recientemente un estudio del Instituto de Estadística de Andalucía la situaba a la cabeza de los municipios en los que más empresas desaparecían, ahora vuelve a saltar a los titulares por haberse convertido en el municipio malagueño con mayor deuda por habitante: cada benalmadense soporta una deuda municipal cercana a los 1.700 euros.
En tan solo un año de gobierno, el cuatripartito que encabeza el lider del PP benalmaldense y alcalde, Enrique Moya, ha llevado a las arcas municipales a una situación límite, mucho más extrema que la de otros consistorios costasoleños que el PP en general, y Moya en particular, no se cansan de criticar, como Estepona, cuya deuda se sitúa en apenas 450 euros por habitante. Incluso supera la deuda per capita que mantiene actualmente el Ayuntamiento de Málaga, uno de los más endeudados de España, que se sitúa en 1.100 euros por malagueño.
Datos que contrastan poderosamente con el falso optimismo con el Moya se empeña en teñir cada una de sus intervenciones relacionadas con la gestión económica. Estas cifras suponen un jarro de agua fría para la imagen pública y la capacidad de gobernar de la Corporación que preside el representante del PP. Una suerte de monstruo de Frankeinstein político armado con los retazos de hasta tres formaciones políticas moribundas: el IDB de Jesús Fortes, cuyas pontificaciones sobre macroeconomía en los plenos parece que sólo sirven de cortina de humo para ocultar su incapacidad de administrar; el GIB, ya con Bolín desplazado de las siglas y con Manuel Crespo como cabeza visible, edil responsable del Área de Hacienda durante los últimos años de gobierno del independiente y responsable directo de la deriva actual de la economía benalmadenses; y el MpB de José Luis Moleón y la concejala tránsfuga, María del Carmen Romero.
En cualquier caso, el mal momento de la economía del Ayuntamiento constituye una nueva e incontestable prueba de que la moción de censura que arrebató el poder al socialista Javier Carnero ha sido uno de los errores políticos más lamentables del pasado reciente de la localidad.
Escrito por Redacción
En tan solo un año de gobierno, el cuatripartito que encabeza el lider del PP benalmaldense y alcalde, Enrique Moya, ha llevado a las arcas municipales a una situación límite, mucho más extrema que la de otros consistorios costasoleños que el PP en general, y Moya en particular, no se cansan de criticar, como Estepona, cuya deuda se sitúa en apenas 450 euros por habitante. Incluso supera la deuda per capita que mantiene actualmente el Ayuntamiento de Málaga, uno de los más endeudados de España, que se sitúa en 1.100 euros por malagueño.
Datos que contrastan poderosamente con el falso optimismo con el Moya se empeña en teñir cada una de sus intervenciones relacionadas con la gestión económica. Estas cifras suponen un jarro de agua fría para la imagen pública y la capacidad de gobernar de la Corporación que preside el representante del PP. Una suerte de monstruo de Frankeinstein político armado con los retazos de hasta tres formaciones políticas moribundas: el IDB de Jesús Fortes, cuyas pontificaciones sobre macroeconomía en los plenos parece que sólo sirven de cortina de humo para ocultar su incapacidad de administrar; el GIB, ya con Bolín desplazado de las siglas y con Manuel Crespo como cabeza visible, edil responsable del Área de Hacienda durante los últimos años de gobierno del independiente y responsable directo de la deriva actual de la economía benalmadenses; y el MpB de José Luis Moleón y la concejala tránsfuga, María del Carmen Romero.
En cualquier caso, el mal momento de la economía del Ayuntamiento constituye una nueva e incontestable prueba de que la moción de censura que arrebató el poder al socialista Javier Carnero ha sido uno de los errores políticos más lamentables del pasado reciente de la localidad.
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